Espiritualidad,  Psilocibina,  Psiquedelicos

¿El fruto prohibido llevaba sombrero?

Los hongos sagrados: ¿y si el “árbol del conocimiento” no era un árbol?

Nos encanta imaginar esa manzana roja, brillante, prohibida.
La Biblia nunca dijo “manzana”. Nunca.
Eso vino después, en los cuadros bonitos pintados por artistas aburridos de pintar peras.

Lo que sí dice el texto original es que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal — y se les abrieron los ojos.
Aparece la vergüenza, la conciencia de sí mismos, la pérdida de la ingenuidad.

Pero, ¿y si ese “fruto” no era un fruto?
¿Y si era… un hongo?

Suena a capítulo raro de Alienígenas Ancestrales, lo sé. Pero quédate conmigo.


El árbol con sombrero

Hay frescos antiguos, mosaicos, iconografía religiosa en los que el árbol bíblico se parece más a un hongo gigante que a un manzano del supermercado.

En algunas imágenes, Adán y Eva están bajo una cúpula roja con puntos blancos.
En otras, las serpientes se enroscan en tallos que no tienen nada de botánico.

Unos dijeron: arte simbólico.
Otros: visiones.
Y algunos —pocos, tercos, lúcidos quizás— dijeron: ¿y si lo sabían?


El homínido que vio el color azul

Terence McKenna propuso una teoría que muchos habrían tirado directo al basurero de las conspiraciones… si no fuera tan fascinante.

Él decía que, en las sabanas de África, nuestros antepasados homínidos empezaron a comer hongos. Por accidente. Por hambre. Por intuición.

Y algo se encendió. Literalmente. En el cerebro.

Lenguaje. Símbolo. Ritmo.
Empezaron a ver distinto. A verse. A escucharse.

¿Alguna vez has visto tu ego romperse en pedazos en el suelo?
Como un niño asustado.
Ese tipo de despertar ya no te deja volver atrás.

Los hongos no te muestran el mundo.
Te muestran qué haces tú con él.


¿Por qué se silenció al hongo?

Si estas experiencias eran tan potentes, tan reveladoras… ¿por qué fueron prohibidas, escondidas, olvidadas?

Porque son incontrolables.

Un hongo no te exige dogma.
No pide obediencia.
No te cobra diezmo ni se asusta si haces preguntas.

Solo está ahí. Y espera. Con humildad. Con paciencia.

Las religiones monoteístas no toleran la relación directa con lo divino. Necesitan un intermediario. Un sacerdote, una institución, una tarifa espiritual.

Si cada quien viera su sombra con una dosis sagrada…
La mitad del negocio espiritual se caería a pedazos.


La ciencia llega… en vaqueros rotos

Hoy, los investigadores empiezan a confirmar lo que los chamanes sabían desde siempre.

La psilocibina saca a la gente de la depresión, borra traumas, te hace mirar la muerte sin morir.
Te dice: no eres el centro del universo.
Y al mismo tiempo: eres parte de todo.

Pero no es glam. No es un festival. No es Instagram con filtros.
Es vómito. Es llanto. Es silencio.
Es un vacío que suena y te corta en dos.


Yo estuve ahí

Como psicóloga formada en terapia asistida por psicodélicos, he sido testigo de historias que no caben en los manuales.

Personas que no podían hablar, encontraron su voz.
Personas que se odiaban, se tocaron el hombro con ternura.
Personas que no lloraban desde hace 20 años, se hicieron río.

Yo también estuve ahí.
Me senté con mi sombra.
Guardé silencio con ella.

No son los hongos los que te cambian la vida.
Es el coraje de tomarlos en serio.


¿Y si Eva no pecó?

¿Y si Eva fue la primera mujer que escuchó a su cuerpo y dijo:
“Quiero saber”?

¿Y si la serpiente no era el diablo, sino el instinto?
¿Y si la expulsión del Edén no fue castigo, sino nacimiento?

¿Y si el fruto no estaba prohibido por ser peligroso…
sino por ser verdadero?


Tal vez un día reescribamos la Biblia.
Tal vez leamos el Edén como iniciación, no como caída.
Tal vez aprendamos a escuchar el bosque, no el feed.

Y si algo se movió dentro de ti al leer esto,
déjalo moverse.
No lo domestiques.

Video de Instagram

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