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Los hongos sagrados: entre demonización y curación científica

La mayoría los llama “drogas”. Pero no es tan simple.

En la cultura popular, los hongos psicodélicos están asociados con festivales, “trips” raros y adolescentes experimentando.
Pero la verdad es mucho más antigua y profunda.

Los hongos sagrados se han usado durante miles de años por chamanes, sanadores y pueblos originarios para sanar, conectar y comprender.
No son drogas recreativas, sino herramientas de conciencia. De uno mismo. Del mundo. De lo sagrado.


Lo que sabían nuestros ancestros (y hemos olvidado)

En el Amazonas, en Siberia, en México y África, las plantas y hongos sagrados eran parte esencial de la medicina, la espiritualidad y los rituales.

Usados con respeto, intención y acompañamiento, estas sustancias eran vistas como puertas — no hacia alucinaciones, sino hacia verdades interiores.

Hoy, muchas personas los rechazan sin conocerlos.
¿Por qué? Porque tememos lo que no se puede controlar.


La industria que no quiere que pienses por ti mismo

En vez de preguntarnos por qué sufrimos, la medicina convencional prefiere sedarnos.
Valium, Xanax, antidepresivos — prometen “calma” y “equilibrio”, pero no curan la raíz del problema.

¿Por qué? Porque es más rentable mantenerte con receta que verte sano.

Psilocibina, LSD, MDMA terapéutica — todas estas sustancias han sido prohibidas porque:
👉 no generan ganancias millonarias,
👉 no pueden patentarse,
👉 y lo peor para el sistema: te hacen pensar libremente.


Lo que dice la ciencia (no TikTok)

Decenas de estudios publicados en los últimos años muestran:

  • La psilocibina reduce la ansiedad y la depresión,
  • Ayuda a tratar el duelo, el trauma, el miedo a la muerte,
  • Estimula la neuroplasticidad,
  • Provoca experiencias místicas que transforman la visión de la vida.

Instituciones como Johns Hopkins, el Imperial College de Londres o MAPS están liderando investigaciones serias.
Ya no se trata de “chamanes desnudos en la selva”. Es ciencia real.


No soy dealer. Soy psicóloga.

Trabajo en el campo de la terapia asistida con psicodélicos.
No vendo sustancias.
No organizo fiestas de “trips”.
Pero he visto con mis propios ojos cómo la vida de las personas puede transformarse.

Personas atrapadas en su oscuridad mental encontraron sentido.
No porque el hongo sea “mágico”, sino porque se atrevieron a ver lo que llevaban dentro.


¿Recreativo o terapéutico? No es lo mismo.

Tomar hongos con Netflix de fondo no es terapia.
Es consumo sin dirección, sin preparación, sin integración.

En un contexto terapéutico:

  • hay preparación emocional y psicológica,
  • hay acompañamiento profesional y empático,
  • hay integración — el proceso de convertir una experiencia en cambio real.

Aquí no se evita el dolor. Se le mira de frente.


La sanación verdadera no viene en pastillas

Ninguna dosis de Valium curará tus heridas de infancia.
Ningún Xanax te devolverá la conexión con tu alma.

Los hongos sagrados no son un atajo.
Son un catalizador. Un espejo. Un instante de verdad radical contigo mismo.

Y sí, puede ser duro. Puede ser incómodo.
Pero también puede ser profundamente liberador.


¿Hacia dónde vamos?

¿Hacia hospitales donde la psilocibina se use como terapia estándar?
¿Hacia escuelas donde los niños aprendan sobre emociones y conciencia?
¿Hacia una sociedad donde la sanación interior sea tan importante como la dieta o el ejercicio?

Tal vez. Pero primero, tenemos que sacar a los hongos del armario del miedo.


Tal vez el problema no sean los hongos… sino todo lo que hemos dejado pudrir dentro.

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